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Su primer alojamiento fue una pensión familiar en un chalet de la calle Santa Clara nº 51, edificio hoy desaparecido. Durante el tiempo que vivió en "la pensión Santa Clara" celebraba algunos días la Santa Misa en el Monasterio de las Clarisas, (en el nº 26 de la misma calle).
No se puede visitar el edificio, ya que ha desaparecido.
El 12 de enero de 1938, san Josemaría estuvo en los carmelitas de Burgos, a buscar unas cosas que necesito.
Fue probablemente cuando se encontró con el padre José Miguel de la Virgen del Carmen: el carmelita cuyas "huellas en la nieve" vio san Josemaría en Logroño, cuando tenía 15 años, quedando muy removido.San Josemaría, muy bien acogido por las Teresianas, celebró en la Capilla del Colegio la Santa Misa bastantes veces.
El 7 de febrero de 1938, san Josemaría adquirió en una tienda de los soportales de la plaza Mayor, una máquina de escribir portátil de segunda mano, de marca Corona.
Cuando san Josemaría se fue a Madrid al acabar la guerra, Francisco Botella se encargó de ella: “Fui a venderla a la misma tienda donde la había comprado el Padre, cerca de la Catedral y me dieron 275 pesetas por ella. Había costado poco menos".
Con este instrumento de museo se escribieron los ejemplares de Noticias durante la guerra: eran hojas a multicopista, con noticias de unos y de otros, palabras de aliento, etc que se mandaban a todos los chicos que trataba san Josemaría.
Ejemplares de Noticias que, como las cartas personales, dirigidas a los chicos dispersos por los frentes de Guerra, se introducían por la boca de los leones de Correos.
Pedro Casciaro y Paco Botella, miembros del Opus Dei, trabajaban en Gabinete de Cifra, en el "Cuartel de los Pisones", que era el lugar de trabajo y residencia de los altos mandos militares y el centro de logística militar.
Hoy es el convento de las RR.MM. Concepcionistas Franciscanas de San Luis.
El Padre y José María Albareda cenaban muy temprano; después iban a las inmediaciones del cuartel de los Pisones, a esperar a Pedro y a Paco, y regresaban todos despacio, charlando...
Del 29 de marzo al 13 de diciembre de 1938 san Josemaría vivió en la habitación nº 9 de este hotel, con José María Albareda, Pedro Casciaro y Paco Botella. La habitación correspondía al mirador situado encima de la marquesina de la puerta de entrada.
Hoy es un edificio de viviendas particulares. Una placa conmemora la estancia de san Josemaría en este lugar.
Decoraron la habitación con banderines y esta imagen de la Virgen. San Josemaría dio este cuadro a los que fueron a extender la Obra en los Estados Unidos. Ahora está colocado sobre el altar en Woodland Residence, en Chicago.
Los chicos que trataba venían a Burgos a verle y hablar con él, a veces gastando los escasos días de permiso antes de volver al frente.
Aquí hay un buen grupo de estos: foto tomada en el Paseo del Espoloncillo, de espaldas al Hotel Sabadell.
Más adelante decía la Santa Misa en esta iglesia, ayudado por los chicos de la Obra, antes de que se fueran al trabajo o a los cuarteles.
El Padre solía celebrar la Santa Misa en el altar de la Virgen, que entonces estaba adosado a una columna lateral.
Una copia de este altar está en la capilla de la Virgen del Carmen y otra, del retablo, enmarca el medallón de la Virgen del Santuario de Torreciudad (Huesca).
En varias ocasiones utilizó este confesionario, situado en la pared del fondo de la nave, para confesar a gente de Burgos.
El trayecto (flechas) pasaba por delante de esta imagen... ¿cómo la miraría san Josemaría?
La estación de trenes fue testigo de los viajes de san Josemaría para acompañar a los chicos que trataba y animarles a no descuidarse en lo humano ni en lo espiritual.
Del 17 al 23 de abril de 1938, hizo un viaje largo (Burgos-Salamanca-Sevilla-Córdoba-Sevilla-Utrera-Salamanca-Burgos), para estar con un chico de la Obra.
En sus charlas con los chicos,... "les pedía que no se abandonaran, que hicieran lo posible por no convertir la trinchera y la garita en una especie de sala de espera de las estaciones de ferrocarril de entonces, donde la gente mataba el tiempo, aguardando aquellos trenes que parecía que no iban a llegar nunca".
Con los chicos que venían a verle desde el frente, san Josemaría... "tenía la costumbre de salir de paseo por la orilla del Arlanzón, mientras conversaba con ellos, mientras oía sus confidencias,mientras trataba de orientarles con el consejo oportuno, que les confirmara o les abriera horizontes nuevos de vida interior...". .
"El Padre hablaba a solas con Álvaro. La mejor manera era paseando por la calle, por el Espolón, cerca del río Arlanzón. Un día, a la vuelta, escribió...:
"¿Te acuerdas? —Hacíamos tú y yo nuestra oración, cuando caía la tarde. Cerca se escuchaba el rumor del agua. —Y, en la quietud de la ciudad castellana, oíamos también voces distintas que hablaban en cien lenguas, gritándonos angustiosamente que aún no conocen a Cristo. Besaste el Crucifijo, sin recatarte, y le pediste ser apóstol de apóstoles".(Camino 811)
Otras veces, se acercaban a la Catedral... le gustaba subir a una torre, para que contemplaran de cerca la crestería, un auténtico encaje de piedra, fruto de una labor paciente, costosa. Los que gastaron sus energías en esa tarea, sabían perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su esfuerzo: era sólo para Dios.
... Y, para materializar lo que con repetida frecuencia les había explicado, les comentaba:
... ¡esto es el trabajo de Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal con perfección, con belleza, con el primor de estas delicadas blondas de piedra”.
San Josemaría dio por perdido el trabajo de la Tesis que había iniciado en Madrid y volvió a empezar en Burgos.
Investigó sobre la peculiar Jurisdicción de la Abadesa de las Huelgas.
Cuando disponía de unas horas, san Josemaría entraba en el Monasterio, cruzaba el compás y trabajaba toda la mañana en el Contador bajo, donde le pasaban infolios, librotes y legajos.
La Tesis fue titulada "Estudio histórico canónico de la jurisdicción eclesiástica Nullius diœcesis de la Abadesa de las Huelgas de Burgos”
El 18 de diciembre de 1939 la defendió ante el Tribunal en la Universidad Central, en Madrid, obteniendo la máxima calificación.
En 1944, la publicó, reelaborada.
"Guardamos, no sólo en los archivos sino también en el corazón, un recuerdo entrañable de él. Con motivo de su tesis doctoral nos visitó con frecuencia y pasó largas horas en nuestro monasterio. Nosotras le llevábamos al locutorio los documentos que necesitaba y él los revisaba y estudiaba. Además celebró aquí varias veces la Eucaristía y, en este mismo locutorio, dirigía la palabra a la comunidad. Nos hablaba de temas espirituales y profundos, resultaba muy ameno".
Son palabras de la Madre Rosario, 28-X-2002, en el Centenario del nacimiento de san Josemaría, con motivo de la colocación de una placa en el contador alto.
" Jesús te me guarde, para Él.
Querido Juanito: Esta mañana, camino de las Huelgas, a donde fui para hacer mi oración, he descubierto un Mediterráneo: la Llaga Santísima de la mano derecha de mi Señor. Y allí me tienes: todo el día entre besos y adoraciones. ¡Verdaderamente que es amable la Santa Humanidad de nuestro Dios! ...".
Carta desde Burgos, 6-VI-938 ((cfr. Camino 555)
La Cartuja de Miraflores fue uno de los lugares visitados por san Josemaría.
El día 18 de octubre de 1938, hacia las 8 de la tarde, se presentaron en el hotel Sabadell, Álvaro del Portillo, Vicente Rodríguez Casado y Eduardo Alastrué, miembros del Opus Dei, que habían cruzado las líneas del frente por la provincia de Guadalajara.
El Padre se volcó con esos tres hijos suyos que tan providencialmente habían llegado sanos y salvos.
El 21 de octubre, por la tarde, fueron a visitar la Cartuja de Miraflores. Al volver, hicieron juntos un rato de lección espiritual; el Padre les dio una meditación y después tuvieron una prolongada tertulia.
Álvaro del Portillo se incorporó a su destino en la Academia de Ingenieros de Fuentes Blancas, edificio actualmente desaparecido.
Nada más llegar, pidió permiso al Coronel para acudir cada mañana a oír Misa a la Cartuja.
Para llegar, Álvaro debía recorrer varios kilómetros y superar el rigor del clima burgalés y el riesgo de encontrarse con perros rabiosos.
Los compañeros que veían madrugar a Álvaro, le preguntaron y al final del periodo de instrucción, el 24 de diciembre, iban a Misa con él unos 30 compañeros.
En uno de estos paseos, a mediados de diciembre de 1938, sobre el puente Besson, san Josemaría hizo una pregunta a Álvaro del Portillo ...
"Álvaro.... ¿te parece oportuno pedir a mi madre y a mi hermana que se ocupen de la administración doméstica de los Centros de la Obra?"
Y Álvaro contestó: “Padre, ¡me parece una idea estupenda!”
Así nació la Administración de los Centros de la Obra, casas de familia verdadera, y apostolado de los apostolados.
En una carta escrita por san Josemaría a Juan Jiménez Vargas,
dice:
"Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita
soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida
interior". (Camino, 304),
aludiendo a las dificultades sobrevenidas en el Hotel Sabadell
para mantener la intimidad, ya que Albareda y Casciaro habían
sido trasladados, y la habitación era ocupada por eventuales,
desconocidos.
Decidió entonces buscar otro alojamiento, y lo encontró enseguida, cerca: la "pensión" de la calle Concepción nº 9, 3º izquierda. Fue el último domicilio de san Josemaría en Burgos.
"Esto se va acercando a la normalidad. Ya no estamos en el antipático hotel de antes. En las habitaciones que hay aquí se tiene más independencia para trabajar".(fragmento de una carta de Juan Jiménez Vargas)
La casa fue reconstruida en 1982 según su configuración primitiva. Ahora es Concepción, 22.
En la pensión de la calle Concepción 9 terminó de escribir "Camino", elaborado con las "Consideraciones Espirituales" publicadas en 1934, y reflexiones, cartas y anécdotas de Burgos.
Fue escrito primero en fichas que los chicos ayudaban a ordenar por capítulos....
San Josemaría mecanografió personalmente Camino, en la pensión de la calle Concepción.
El Obispo de Vitoria escribió el prólogo el 19 de marzo de 1939. Le entregó el texto un día que fue a Burgos a comer a la pensión con ellos.
"El día 27 de marzo, por la tarde, me llamó por teléfono el Padre y me dijo que salía para Madrid, que el camión que le llevaba estaba delante de Concepción 9. Salí de la oficina sin más —yo tenía guardia—, y fui corriendo a despedir al Padre.
Llegué cuando ya el Padre estaba sentado al lado del conductor de aquel camión grande. Me vio llegar desde lejos. Me despedí del Padre".
(Francisco Botella)
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